Caminar, bailar, correr, y estar parados, es algo tan común entre los seres humanos, que no se aquilata cuanto se debe a esa estructura perfectamente diseñada, conocida por una palabra tan pequeña como el mismo pie. En realidad este es un complejo y elevado componente de fuerza, flexibilidad y movimiento coordinado, capaz de transmitir las tensiones por todo el cuerpo cuando se camina, corre, salta, baila o simplemente se permanece parado sobre ellos. Se sabe, que NO existen dos pies iguales, sin embargo, la estructura anatómica es idéntica en todas las personas. Una individuo cuando está parado sobre sus pies, lo sostiene una superficie que solo alcanza unos 300 cm2, y ese breve espacio en que está de pie, soporta con estabilidad un peso promedio de 70 a 120 Kg. Increíble pero cierto, que tan pequeñas áreas puedan con tanta masa.
Pero al estar en movimiento, el pie también es supremo, porque se adapta con flexibilidad a los desniveles de la superficie. Los ligeros cambios internos de la planta permiten andar descalzos por la suave e inestable arena de la playa o por caminos accidentados y pedregosos. Estas posibilidades existen gracias a la anatomía del pie, especialmente diseñada en la forma de sus huesos, articulaciones y ligamentos, músculos y tendones, vasos (arterias, venas, linfáticos), nervios, tejido subcutáneo, piel y faneras.
A través de los estudios de Anatomía Humana, se sabe que los miembros inferiores están formados por el muslo, la pierna y el pie. Y aunque el abordaje del asunto es un poco denso, es interesante comprender cómo el segmento final del cuerpo, se subdivide en tres regiones. Comenzando por el tarso con siete huesos, el metatarso con cinco y los dedos con catorce falanges.
Cuando se observa detenidamente la constitución del tarso, se nota que existen huesos cortos, dispuestos en dos filas. La fila posterior o proximal cuenta con un par óseo, el talo (astrágalo) hacia arriba y el calcáneo hacia abajo. En la anterior o distal sus cinco huesos se disponen en dos partes, medial y lateral. En la medial se encuentra por delante el talo, el hueso navicular y por delante de este los cuneiformes: medial, intermedio y lateral, mientras que en la parte lateral solo hay un hueso, el cuboideo, situado delante del calcáneo.
La parte conocida por metatarso, la componen cinco pequeños huesos largos, muy parecidos a los metacarpianos de la mano, pero con sus especificidades. A estos se les denominan numerándolos a partir del borde medial plantar. Los dedos del pie, en su evolución para caminar, se distanciaron de la forma que poseen los de las manos. Así son pequeños sus huesos largos, llamados falanges proximal, media y distal, aunque el primer dedo o dedo grueso no tiene falange media. Finalmente, en el pie existen los huesos sesamoideos, en las regiones cercanas a las articulaciones del primer dedo.
Por supuesto, estos huesos de los miembros inferiores están unidos principalmente por articulaciones sinoviales, con menos movilidad que en los miembros superiores, cuando se consideran aisladamente, pero en conjunto aumentan la amplitud de los movimientos de esta región porque además de la marcha, tienen que soportar y transmitir el peso del cuerpo en la posición bípeda. La articulación talo-crural, tibio tarsiana o del tobillo une los huesos de la pierna, la tibia y la fíbula, con el talo del tarso para formar la unión esquelética entre la pierna y el pie. Algunos estudiosos del tema incluyen en la articulación del tobillo las otras articulaciones del talo con los huesos vecinos (calcáneo y navicular). Gracias a las articulaciones del pie se pueden realizar diversos movimientos, que se ejecutan diariamente por las personas, a veces sin tener conciencia de ellos, como son la flexión, extensión, separación, aproximación, rotación lateral, y rotación medial.
Otro componente importante de esta zona del cuerpo son los músculos de los miembros inferiores, que presentan características similares a las de los miembros superiores, pero son más robustos, y menos numerosos en correspondencia con sus funciones. Algunos son poli articulares y actúan sobre las palancas óseas que se encuentran en estas regiones, mantienen la estática del cuerpo en posición bípeda o vertical y provocan los movimientos de estos durante la marcha.
En esta zona, lo más popular es el Tendón de Aquiles, tanto por el personaje histórico al que le debe su nombre, como por su importancia en la estructura del pie. ¿Cómo no recordar a Aquiles? El mayor de los guerreros griegos en la guerra de Troya, a quien según la historia cuando era niño lo bañaron en el río Éstige (actual Mavronéri) para hacerlo inmortal. En este bautizo maternal hubo un pequeño detalle: Aquiles se hizo invulnerable menos en el talón, por donde lo sostenía su madre. Por eso en los muros de Troya, cuando se suponía que la guerra estaba ganada, Aquiles fue mortalmente herido en el talón por su adversario Paris.
¿Qué semejanza tienen estos hechos narrados por Homero en la Iliada, con esa zona del pie en los humanos? Que a pesar de su potencia son vulnerables. Los músculos del pie, se unen distalmente formando el tendón de Aquiles, que termina insertándose en el calcáneo y se caracteriza por su gran potencia, como el héroe griego. Son capaces de elevar el cuerpo sobre la punta del pie, acción muy importante para la marcha. Los huesos de esa área se mueven, porque los músculos tiran del tendón al que están unidos, por tanto la ruptura o separación del tendón de Aquiles supone la pérdida inmediata del uso normal de la pierna y el pie, las personas no mueren como el griego al agredirse su talón, pero sufren mucho.
Una conexión importante también es la de la pierna con el pie. Los músculos de la pierna actúan principalmente sobre el pie y sus dedos. Por ejemplo, los músculos anteriores son extensores de los dedos y flexores del pie, mientras que los laterales son extensores, separadores y rotadores mediales del pie. Los posteriores son flexores de los dedos y extensores del pie. También intervienen en la aproximación y rotación lateral del pie, así como refuerzan la planta del pie.
Pero el pie en sí, tiene sus propios músculos. Son cortos y se dividen en dos subgrupos: dorsales y plantares. Los dorsales (extensor corto del dedo grueso y extensor corto de los dedos) son músculos íntimamente relacionados, que llegan a considerarse como uno solo. Se extienden en el dorso del pie, por debajo de los tendones del músculo extensor largo de los dedos, procedentes de la región anterior de la pierna y se van desde el calcáneo hasta las falanges proximales de los dedos, actúan como sus nombres indican, como extensores de los dedos. Los plantares son la mayoría de los músculos propios del pie y se distribuyen en tres subgrupos: plantar medial (abductor, flexor corto y aductor del dedo grueso) plantar lateral (abductor y flexor corto del quinto dedo) y plantar medio (flexor corto de los dedos, cuadrado plantar, lumbricales e ínter óseos plantares y dorsales).
Estos músculos se extienden hacia los dedos del pie, sobre los cuales actúan según indican sus nombres. Los del subgrupo medial mueven el primer dedo, los del subgrupo lateral mueven el quinto dedo y los del subgrupo medio mueven los dedos segundo al quinto. Ellos refuerzan la bóveda plantar y lo inervan las ramas del plexo sacro (nervios plantares medial y lateral, rama del nervio tibial).
La planta del pie es una hoja muy resistente y compacta de tejido fibroso, que se divide en cinco partes para cada uno de los dedos. Su función es elevar el arco del pie cuando los dedos están extendidos. Los pequeños músculos de la planta tienen un papel muy importante en el sostenimiento del arco del pie. Bajo la gruesa piel de la planta y de las capas de tejidos grasos situados bajo ella, se encuentran resistentes tiras musculares que protegen los vasos y los nervios de la planta. La red de vasos sanguíneos y nervios que se encuentra en el pie transmite el impulso desencadenado por la contracción y el dolor.
Cubriendo todo este andamiaje del pie está la piel, que forma una barrera protectora contra la acción de agentes físicos, químicos o bacterianos sobre los tejidos más profundos. A su vez contiene órganos especiales que suelen agruparse para detectar las distintas sensaciones, como el sentido del tacto, la temperatura y el dolor. La capa más externa y protectora, se conoce como epidermis, y la interna como dermis. En la primera hay células muertas que contienen queratina, y la escleroproteína córnea que forma también las uñas. En la punta de los dedos, en su cara superior, como una parte de la piel que se modifica es que se ubican las uñas.
Cada centímetro cuadrado de piel, contiene cientos de glándulas sudoríparas, están distribuidas por todo el cuerpo, pero son numerosas en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. El grosor de la piel en la región plantar, a diferencia de la de los párpados (0,5 mm), alcanza un máximo espesor de 4 mm o más. Como se sabe en la piel existe una red de colágeno y de fibras elásticas, capilares sanguíneos, nervios, lóbulos grasos y la base de los folículos pilosos y de las glándulas sudoríparas. Las fibras elásticas de la piel están mejor desarrolladas en los lugares que se someten a mayor presión como la planta de los pies.
Algo sumamente interesante es que la interfase entre dermis y epidermis es muy irregular, consistente en una sucesión de papilas, o proyecciones similares a dedos, que son más largas en la piel de las plantas de los pies. En estas zonas, las papilas están asociadas a elevaciones de la epidermis que producen ondulaciones con un dibujo de las crestas cutáneas muy complejo, tienen el aspecto de lazos, arcos y bucles. Cada persona se reconoce por esos dibujos, sobre todo en las palmas de las manos, que no cambian ni siquiera con la edad, por ello se utilizan como identificación individual y se denominan huellas dactilares. Aunque los de las manos son los más conocidos, los de los pies, nombrados podogramas, son útiles en la identificación de recién nacidos y en exámenes forenses.
Por todas las cualidades enunciadas anteriormente, el pie humano con sus huesos, articulaciones, músculos, tendones y el resto de sus componentes, forma una de las construcciones mecánicas más complejas del cuerpo humano. Mantener su salud garantiza más calidad en la vida.
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